Podcast: Reproducir en una nueva ventana | Descargar
Bienvenidas y bienvenidos a NTJ o No Tenemos Jefa, el podcast donde hablamos de emprender con valores o de cómo ser feminista siendo hombre, ¡lo que nos dé la gana! Podemos ir de lo más técnico a lo más banal… si es que hablar de cómo ser feminista siendo hombre es banal. 💜
¿Y quiénes hacemos este podcast? Pues Alberto González, Adrià Tarrida, Roberto Aresena y un servidor Valentí Acconcia, todos hombres con ganas de ser feministas. ¿Lo habremos conseguido? Hoy, vamos a dar un paso en la buena dirección, os lo aseguro.
Empecemos con el tema de hoy que, como habéis podido comprobar, es el feminismo.
¿Cómo vamos a trabajar el tema del feminismo? Pues sencillamente cediendo el testigo de nuestro podcast, los timones de NTJ, nuestros preciados micros… A 4 mujeres que nos van a sustituir, y que lo harán mejor que nosotros, sin duda. Se trata de Cristina Miquel, Eva Polío, Virginia Marzo y Carmina Villar. Todas ellas mujeres que tienen cierta relación con el mundo emprendedor, sea por experiencia propia o porque nos conocen de cerca y saben lo que es esto de la montaña rusa de emprender.
Y ahora empecemos con el tema de hoy que, como habéis podido comprobar, es el feminismo. Como no somos de no predicar con el ejemplo, nuestra primera decisión para este episodio tan especial es ceder el testigo a las 4 mujeres que os hemos presentado. Así, sin anestesia. Así que cuando suene la sintonía de sección empezaréis a disfrutar de un episodio co-liderado por Cristina, Eva, Virginia y Carmina. ¡Casi nada! Nos han chivado que hablarán de feminismo, de ser mujer en el siglo XXI, de cómo aguantar al micro machismo y el machismo en su máxima expresión. Y sobretodo de lo que significa ser feminista, de la búsqueda de la igualdad entre géneros y mucho más.
Así que, sin más, ¡vamos a por la sección del episodio!
Sección: Feminismo (parte 1)
En primer lugar vamos a presentarnos con un poco de orden y luego ya os dejamos liderar nuestro podcast, que para eso estáis aquí. Vamos allá.
¿Eva, estás ahí? ¿Puedes presentarte un poco a la audiencia?
Me llamo Eva Polío y soy arquitecta aunque no ejerzo. Soy directora y cofundadora de Cocoro, una marca de ropa interior innovadora. Coincidí con Valentí desde la época de instituto y luego ya con él y Adrià creamos una campaña de crowdfunding de inversión para Cocoro.
¿Cristina, cómo vas? ¿Nos puedes poner en antecedentes?
Hola, ¿qué tal? Soy Cristina y soy estudiante de ADE con estudios internacionales. Conozco a Roberto por StartUC3M que la Asociación de emprendimiento de la Universidad Carlos III de Madrid. Mi experiencia laboral es más reducida que la del resto pero he estado coordinando personas desde hace tiempo. Además empezaré prácticas en una start-up en breve.
¡Hola Virginia! Te conocemos, pero la audiencia no, ¿nos cuentas?
Hola a todas! Yo soy Virginia, soy psicóloga y diseñadora de prendas de punto y ganchillo y por lo tanto una tejedora empedernida. Ahora mismo trabajo con varias empresas pero donde paso más rato es con Bloginia, mi tienda online donde vendo patrones, kits de ganchillo, escribo en el blog y desde hace algo menos de un año llevo un podcast de vídeo sobre tejido. Sé que algunos aquí, y no estoy mirando a Alberto, opinan que los podcast solo son audio, pero entre las tejedoras le llamamos así al formato. Y bueno, además de esto, soy la pareja de Alberto.
¿Qué tal Carmina? Venga, va, preséntate a la audiencia.
Buenos días. Me llamo Carmina y soy traductora de inglés, alemán y francés a español y catalán. Cuando me licencié en Traducción e Interpretación (que no es teatro, la gente siempre me decía si estudiaba para actriz), me puse de autónoma. Estuve trabajando casi cinco años por mi cuenta, durante los que traduje desde contratos de compraventa hasta películas para cine. Luego entré como correctora de catalán en una institución, al cabo de medio año fiché como gestora de proyectos para una empresa de traducción de origen alemán en la que estuve más de siete años. Posteriormente fiché como jefa de Producción en otra empresa del sector y pasé a dirigir un equipo que creció de 5 personas a 15 en mi última temporada. Actualmente trabajo como traductora en el Servicio de Lenguas de la Universidad Politécnica de Cataluña. Soy mamá de un niño de casi dos años y la pareja de Valentí.
Y ahora… ¡empezamos con los temas!
Eva: El primer no te lo dices tu misma con el típico pensamiento de : “ui, no puedo, no lo sabré hacer tan bien, no estoy preparada, etc.” Y es que a las niñas se nos socializa con la idea de ser amables, jugar en espacio seguro, sacar buenas notas, en definitiva, la vocación es la perfección. Mientras que a los niños a competir, a llegar al punto más alto y saltar, es decir, a arriesgarse.
Ayer escuchaba un TED de Reshme Saujani y comentaba que esto afecta a la vida adulta en cuanto, por ejemplo a la hora de presentarse a un trabajo , donde los hombres aplican a una oferta laboral si cumplen con el 60% de las cualidades requeridas, mientras que las mujeres al 100%. Desconozco si hay el mismo estudio para emprender, pero estoy segura que la sociabilización de niños y niñas afecta directamente. Y aquí me gustaría preguntaros si os sentís identificados con esta descripción de socialización masculina – femenina, y si creéis que ha afectado el hecho de emprender. Es un tema muy relacionado con el feminismo.
Carmina: Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Eva sobre las diferencias en la educación que reciben niñas y niños. Eso se ve reflejado muy a menudo en dibujos animados y películas. Normalmente las pocas chicas que aparecen son siempre un modelo de perfección: guapas (ante todo, tienen que ser guapas), amables, listas y que no cometen errores. En cambio, los chicos son de todo tipo: listos, tontos, atrevidos, miedosos, hábiles, torpes… Todo se les permite a ellos. A nosotras, no. Eso sí que es desigual, no busca la igualdad como persigue el feminismo.
En relación con el tema audiovisual, me gustaría hacer un pequeño inciso sobre una serie muy bonita que se estrenó en 2011. Se llamaba Pulseras Rojas. La serie reflejaba la vida de unos chavales que, por enfermedades varias, pasaban una gran parte de su infancia o juventud en un hospital. Uno de ellos tenía la idea de montar un grupo de amigos, para vivir aventuras juntos, y buscaba seis perfiles distintos: el líder (que sería él), el colíder que sería el líder si no estuviera el líder, el guapo, el listo, el imprescindible y la chica. Repito, la serie era preciosa, tocaba muchas fibras sensibles, no quiero criticarla, pero a mí eso de que “la chica” fuera un rol me disgustó bastante. O sea, los chicos pueden ser de muchas formas, pero las chicas solamente podemos ser de una forma.
Volviendo al tema del machismo o sexismo en la educación, recuerdo un artículo que leí hace años en el blog de Xavier Sala-i-Martín, que hablaba de un estudio que hicieron una universidad americana y una holandesa. Los investigadores hicieron una prueba en la que daban a elegir a cada participante si quería un dólar por cada pelota de tenis que consiguiera tirar en un cubo o bien tres dólares por cada pelota si lograba más aciertos que otro participante que estaba en otra sala. Lo hicieron primero con un grupo de Estados Unidos. Un 50% de los hombres elegía competir frente a solo un 26% de las mujeres. Hicieron la misma prueba con un grupo de la tribu masai, una tribu africana extremadamente machista (para entendernos, venden a sus hijas en matrimonio y cuando a un padre le preguntan la cantidad de descendientes solo cuenta a sus hijos varones) y los porcentajes volvían a ser los mismos. Repitieron la prueba con un grupo de la tribu khasi (una tribu del noreste de India, la tribu más matriarcal que existe en el mundo según los antropólogos) y los hombres que elegían competir eran un 39% mientras que las mujeres un 54%, es decir, un porcentaje más elevado que en el caso de los hombres norteamericanos y masai. Así que sí, desde luego, la educación y el entorno sociocultural influyen sobre manera. Y ese factor de querer competir y arriesgar está estrechamente ligado a la emprendeduría.
Virginia: Con respecto a la educación de niños y niñas. Creo que está mejor visto el hombre rompedor de moldes como forma de reivindicación que la mujer que rompe moldes. La mujer que rompe moldes parece que lo hace porque no le queda otra. Como las madres solteras que son madre, padre y Espíritu Santo a la vez. Pero parece que no lo hacen como forma artística o por reivindicación personal. Siempre es por “sacrificio” hacia los que dependen de ella. Deberíamos buscar la igualdad en este campo, tal y como defiende el feminismo.
Cristina: Por mi parte, me gustaría comenzar abriendo el debate relacionándolo con la tecnología y la educación. Como bien sabéis, existe una gran diferencia entre mujeres ingenieras y hombres ingenieros. Hace poco, personalmente me llegó un programa que están realizando en los institutos para fomentar que más mujeres estudien ingenierías. En concreto, el programa daba la oportunidad de participar por equipos desarrollando una idea app y un business plan con la posibilidad de ir a Silicon Valley. El requisito esencial es que solo podían participar chicas. A mi parecer, creo que está bien dar la oportunidad a que las niñas descubran la tecnología, y luego decidan libremente si es un camino que les gusta o no, pero si me pongo en la situación de ser una alumna a la que se le ofrece un programa guay y ver que a mis compañeros no no me habría gustado, me habría parecido algo injusto. ¿Qué opináis vosotras? ¿Qué pensáis, de los programas que favorecen la participación de mujeres para promover su interés por la tecnología? ¿Creéis que sería una buena línea de actuación para el feminismo?
Carmina: A mí no me parece injusto. Creo que es un buen camino para el feminismo. Si precisamente se trata de fomentar la tecnología entre las chicas, si no se pone esa restricción, seguro que al final habrá más chicos que chicas participando y puede que la representación femenina que gane ese viaje a Silicon Valley sea más bien escasa. Así no se consigue nada. Yo creo firmemente en la discriminación positiva. Si algo no se consigue de forma natural porque pesa demasiado el legado sociocultural, creo que tenemos que poner todos los medios para invertir las inercias hasta que al final eso se convierta en una tendencia natural. Es una forma más de visibilización. Vuelvo a referirme a los productos audiovisuales. Hace 30 años apenas se veían en las series personajes homosexuales. Actualmente aparecen gays, lesbianas, transexuales… Recuerdo una vez, hace años, que mi abuela dijo que últimamente en la tele salían (cito textualmente, perdonad la incorrección) “muchos maricones”. Ahora ya no lo dice. Ella lo vivió al principio como algo “impuesto”, pero poco a poco se fue convirtiendo en una realidad normal para ella. Es más, incluso ha aprendido a decir “gays” y uno de sus presentadores favoritos lo es.
Cristina: Del mismo modo, creo que tenemos que tener en cuenta que ser programadora mujer llama la atención. Un programador hombre no es algo que se salga de lo normal, pero cuando una mujer desarrolla código, por la escasez de este espécimen, destaca. ¿Creéis que la empleabilidad de una programadora con respecto a un programador, o de una mujer techie con respecto a un hombre, es más sencilla o más compleja? Es decir, creéis que para las empresas resulta menos fiable una programadora que un programador o que, por lo contrario, se trata de manera igualitaria. ¿Se favorece emplear a mujeres techies porque “ahora está bien visto y queda bien? ¿Hasta qué punto está bien? ¿Favorece la igualdad? ¿Es desigualdad de trato entre sexos (contratarla a ella por beneficio propio, por imagen)? ¿Cómo veis esta línea de actuación para el feminismo?
Virginia: A mí la discriminación positiva me da muchísima rabia. Y es algo que se hace en favor del feminismo. Pero me da muchísima rabia. Se me llevan los demonios cuando se habla de “cuotas” de mujeres en puestos de poder. Como si no nos los mereciéramos. O no hubiésemos trabajado lo mismo y algunas veces más. El hecho de que haya cuotas creo que también haya veces que se coloquen a dedo a mujeres que nos hacen un flaco favor. Pero desgraciadamente creo que en muuuuuchas ocasiones, si no hubiese cuotas o eventos para mujeres solo, es que ni estaríamos. Así que con toda la rabia de mi corazón, creo que tienen que estar. Al menos de momento. Pero esa es la lucha no?
Virginia: Cuando emprende un hombre vs. cuando emprende una mujer. ¿Pero eso que haces no es más bien un hobby?” Se le puede añadir el plus de emprender en el sector de la artesanía.
Desde que soy autónoma, he trabajado con diferentes empresas y ámbitos. En una de las empresas trabajo casi exclusivamente con hombres y eso daría para un podcast entero. Pero hoy quiero hablar más concretamente de mi faceta como diseñadora de prendas de punto y artesana en general.
Y es que lo que me encuentro en el día a día es que existe como una asociación entre las artes con el tiempo libre, como si dedicarle tiempo al arte fuera un hobby y por lo tanto sea una actividad que se hace porque “no tienes nada mejor que hacer”.
No puedo hablar por las pintoras, ilustradoras, escritoras, escultoras y demás. Pero en el caso de las tejedoras y costureras, parece que se asocia a que es algo que hacen las mujeres en paro o para estar entretenidas en sus ratitos libres.
Y ojo! Hay muchas mujeres en paro que a raíz de la crisis, de quedarse sin trabajo, recordaron esa afición que tenían de pequeñas y que les enseñaron sus abuelas y han hecho de eso su fuente de ingreso. Pero hay otras, como es mi caso, que lo hemos elegido, que no nos hemos visto forzadas por la situación. Yo soy psicóloga y podría trabajar de algo más relacionado con la psicología pero elegí y elijo dedicar mi tiempo y capacidades a esto. Y por eso emprendí con Bloginia.
Con esto de “emprender” yo veo siempre dos lecturas. Cuando emprende un hombre y cuando emprende una mujer. Y eso es un problema para el feminismo, sin duda.
Si emprende un hombre, parece que es una persona intrépida, soñadora, que inspira a los demás y se convierte en un icono, que es el motor de la economía. Es el jefe, vaya.
Y si emprende una mujer, parece que podría estar siendo una insensata porque si tienes cierta edad “¿no tienes miedo de que vaya mal y se te pase el arroz?” Tenemos una percepción distorsionada del riesgo que supone emprender siendo hombre y siendo mujer.
Porque cuando emprende un hombre parece que va a cambiar el mundo y por lo tanto no le veremos el pelo porque emprender es algo que consume muchísimo tiempo. Pero yo os pregunto, ¿cuántas entrevistas a mujeres emprendedoras habéis leído en las que acababan diciendo que emprendieron porque así podían conciliar mejor su vida familiar y pasar tiempo con sus hijos? ¿Porqué los hombres parece que emprenden porque tienen una misión para con el mundo y las mujeres emprendemos para poder estar más con nuestros hijos? ¿No os parece que hay mucho camino a recorrer en favor de la igualdad de géneros y el feminismo?
Carmina: Ya me habréis calado, yo soy la pesadita del audiovisual. (Ya os he dicho que traduje pelis y series durante un tiempo). Y me gustaría volver a sacar un tema audiovisual. En abril de 2018 fui madre y poco a poco empecé a fijarme en productos audiovisuales para bebés. Hay una serie que se llama Charlie and the letters. Mi hijo adoraba la canción que se repite en todos los episodios. En ella van saliendo las letras, que cantan, y están caracterizadas y acompañadas por un objeto que empieza como ellas. En la C, por ejemplo, salía una letra C con una voz rasgada, más bien masculina, y un tupé, con un coche (car) detrás. A media canción me fijé que seguramente la proporción de letras con voz masculina superaba las de voz femenina, aunque no le di mucha importancia. Pero al llegar a la letra R se produjo para mí un claro ejemplo de ese machismo o sexismo no intencionado pero no por ello menos dañino. La letra R estaba caracterizada como el típico científico loco, así con el pelo blanco y despeinado para los lados, que tenía un robot. La letra S estaba caracterizada como un personaje de voz femenina con un delantal que preparaba una sopa (soup). Y luego la T tenía una voz claramente masculina, llevaba corbata y conducía un tren. Se trata de una serie para bebés, y ya aquí el mensaje para los niños es que pueden conducir coches, trenes, fabricar robots… pero las niñas se quedan en casa preparando la cena. Actualmente trabajo en la Universidad Politécnica de Cataluña, y en esta universidad, de carácter marcadamente científico-tecnológico, solamente tenemos un 25% de chicas estudiantes.
El año pasado leí un artículo en media.cat que hablaba de la precariedad de las mujeres cuidadoras. Como actualmente no hay suficientes residencias para la gente mayor, en Barcelona y otras ciudades se ha puesto de moda el servicio de atención a domicilio para personas mayores o personas con una fuerte dependencia. Hay más de 7.000 personas trabajando en este servicio. Y el 97% son mujeres. Y, además, la mayoría son migrantes y de clase trabajadora o humilde, con unos sueldos miserables. ¿Por qué un trabajo tan digno como es el de cuidar a gente que no puede valerse por sí misma, pero a la vez tan desgastante física y emocionalmente, se paga tan mal y está tan mal considerado?
Siendo madre, también me he fijado en que el personal que trabaja en guarderías y en infantil es casi siempre femenino. Y es un trabajo mal remunerado también. Es decir, nuestra sociedad permite que se paguen millones (perdón por el tópico) a cuatro tíos que persiguen un balón pero en cambio el cuidado y el acompañamiento de nuestros mayores o de nuestras hijas e hijos, del futuro de nuestra sociedad, no merece la pena un salario ni de mil euros.
Y, aunque no tiene nada que ver ni con emprendeduría ni con educación pero sí con el contexto sociocultural, otro tema que últimamente me ha llegado de forma indirecta pero con mucha frecuencia: comentarios y bromas machistas de hombres de unos cuarenta años que tienen hijas pequeñas. Me resulta extremadamente abrumador que esos hombres no se den cuenta de que sus hijas, a las que tanto quieren, serán víctimas de comentarios igual de asquerosos dentro de unos años si se perpetúa su modelo. Es algo que no va en favor del feminismo.
Nota: Recordad que nos hemos quedado a mitad del camino. Tendremos una segunda parte de «No sin feminismo» con Eva, Cristina, Virginia y Carmina. ¡Podéis hacernos preguntas en redes! Porque la cosa irá de debate en esta segunda parte. ¡Y queremos que participéis!
Enlaces extra del episodio
- ¿El 90% de las personas tenemos prejuicios con las mujeres?
- La mítica Batwoman.
- Esta pinta tiene una carpincha.
- Y esta pinta tiene una ligresa.
Gracias por estar ahí, al otro lado del micro. Nos despedimos hasta el miércoles que viene a las 12:12 horas. Aunque nos podéis escuchar cuando os dé la gana, que para eso esto es un podcast.
¡Hasta el miércoles que viene, os deseamos muy buenas y creativas jornadas!
Deja una respuesta