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Bienvenidas y bienvenidos a NTJ o No Tenemos Jefe, el podcast donde hablamos de emprender con valores o como citar ceteris paribus correctamente, ¡lo que nos dé la gana! Podemos ir de lo más técnico a lo más banal… si es que citar ceteris paribus es banal.
¿Y quiénes hacemos este podcast? Pues Alberto González, Adrià Tarrida, Roberto Aresena y un servidor, Valentí Acconcia, todos emprendedores en un mundo con todos los factores variables… más que constantes.
Empecemos con el tema de hoy que es el sentido y uso o no de los modelos teóricos en nuestro día a día.
Ceteris paribus… todo constante mientras sólo cambia una variable. Es una simplificación de la realidad usada en la ciencia. Pero… ¿es realista y responsable asumir que el mundo no cambia? No… especialmente si hablamos de concebir modelos. Sean de negocio, de sociedad o educativos.
Modelos, modelos… podríamos pensar que hablamos de Antonio Banderas en la publicidad de El Corte Inglés o Leonardo DiCaprio en la de los relojes TAG Heuer… pero no… no hablamos de eso. Hablamos de aquello que es constante cuando quizás debería ser variable. ¿De verdad pensáis que el modelo educativo que impera en la actualidad está adaptado a los tiempos que vivimos? Yo, sinceramente, pienso que no.
Nos está costando mucho decidir escuela para nuestro hijo Aran. A cada opción le falta alguna cosa. O los valores de la escuela no cuadran. O están poco adaptados a las nuevas tecnologías. O la forma de educar no nos cuadra. ¡Esto de elegir escuela es más difícil que las últimas pantallas del Super Mario Galaxy 2! Bueno… en fin… que es muy difícil, vaya.
Al final acabaremos “compensando el modelo”. Es decir, complementando lo que Aran aprenda en la escuela con actividades extra escolares. Programación, robótica, música, dibujo, artes marciales…
Y por cierto, no puedo dejar pasar una intro sin una anécdota de viejóven (o joviejo, como prefiráis) así que vamos allá.
Cuando era pequeñito mis padre empezaron a apuntarme a actividades extra escolares. Que si programación con Logo y Basic, que si piscina, que si Judo, que si dibujo, que si inglés, que si guitarra… todo eso compensó el modelo educativo imperante. Adaptando, en definitiva, mi educación a las mis necesidades y aptitudes. No encorsetándola en un modelo.
En definitiva, hoy hablamos de modelos. Educativos, de negocio, de sociedad… Y de cómo éstos nos afectan en nuestro día a día emprendiendo con valores. Y quién mejor para este tema que Roberto liderando el cotarro…
¡Vamos con la sección principal del episodio!
Sección: Los modelos
¡Bueno, bueno! Antes de empezar el episodio de hoy, querría coger el DeLorean e ir al futuro. Justo a “hoy”, al día cuando en el que se está estrenando este episodio. Y si, resulta que hoy 20 de Mayo es mi cumple ¿que cuántos cumplo? Jamás lo diré, eso es un misterio (VAL SONIDO DE: Felicidades) ¡Gracias, gracias, chicos! Sois los mejores y esto es muy triste.
¡En fin! Vamos a lo interesante. Odio el sistema educativo actual, creo que es más que obvio que es un absoluto fracaso y, a mi parecer, creo que está acabado. Cada vez más, se demuestra que un título o pasar por la universidad no acredita a nadie para decir que sabe de algo. Y no solo eso sino que la poca motivación e inquietud que genera, no hace ningún favor a solucionar el grave problema del fracaso escolar. ¿Y por qué esta introducción para hablar sobre el tema de hoy? Pues porque creo que considero que antes de empezar a estudiar algo, primero hay que saber bien porqué debes estudiarlo. Porque no se hace suficiente hincapié en el uso de aquello que se enseña, no se pone en práctica y para cuando se quiere poner, te lo han enseñado de una forma tan “utópica” que ya ni lo recuerdas.
«Okay, vale… ¿pero y esto con emprender con valores que tiene que ver? ¡No nos metas la chapa de la educación!»- estaréis diciendo. Bueno, pues en el capítulo de hoy quiero, como bien ha introducido Val, hablar sobre los cientos de modelos teóricos para explicar todo; de la teoría para reducir todo a cientos de palabras; de la tendencia a redactar largos planes de negocio, planes de acción, y los documentos para documentar otros documentos (valga la redundancia) intentando utopizar todo antes de poner nada en práctica.
Dicho así todo esto sé que puede sonar muy disparatado y que sea yo el que esté malinterpretando la teoría. Pero no, precisamente lo que quiero hacer en este episodio es poner a debate el sentido de la teoría, de la sencillez y por qué son ambas necesarias. Vaya, comencemos por el principio.
¿Qué es la teoría?
Por una parte, podemos definir la teoría como una serie de enunciados interrelacionados entre sí que definen, describen, relacionan y explican fenómenos de interés. Es decir, una teoría sería algo así como una conclusión empírica sobre una investigación, robusta (superar las pruebas en contra de ella) y cuyo objetivo es describir y explicar.
¿Qué es un modelo?
Por otra parte, como medio economista que la casi titulitis dice que soy, me gusta mucho la definición de modelo económico. Un modelo o modelo económico es una representación simplificada de la realidad para tratar la relación entre varias variables y cómo se comportan entre sí. Es decir, describe simplificando una investigación empírica a la práctica pero no explica (el resultado de estas interacciones).
¿Qué es un framework?
Y por último, me gustaría recalcar que un modelo no es lo mismo que un framework. Un framework nos da una visión genérica de los posibles factores o variables a analizar que se creen que influyen en un resultado. Un ejemplo clásico sería el análisis DAFO para evaluar la posición competitiva de una compañía (también otras cosas ahora) y desarrollar un plan estratégico en base a ello. Nos está ayudando a situarnos y simplificar todo en qué nos debilita, que nos fortalece, que nos amenaza y cuáles oportunidades tenemos. Nos describe los factores, no describe el resultado (a diferencia de un modelo).
Simplificación de la realidad…
Todos estos modelos y frameworks (para mí, más útiles), como bien he dicho, se tratan de simplificaciones de la realidad. Aquí es donde entra la famosa frase en latín ceteris paribus que literalmente significa “siendo las demás cosas igual” y se utiliza para explicar que para entender todos estos modelos suponemos que el resto de factores que no estamos teniendo en cuenta se mantienen constantes.
He aquí el punto muy importante: suponemos que el resto de factores se mantienen constantes. Mi introducción comenzaba con una alusión a esta parte que creo que en muchísimas ocasiones se pasa por alto. Todos estos modelos que utilizamos y vemos a diario (modelos sobre el comportamiento del consumidor, modelos que explican la economía, teorías sobre cómo gestionar, frameworks para analizar nuestra competencia, la innovación, etc.) se trata de simplificaciones de la realidad en unas cuantas variables o factores para que seamos más capaces de entenderlos. Es decir, no podemos considerar un modelo como la verdad absoluta ni todo lo que dice como un análisis válido. Tenemos que entenderlo como una herramienta para aclararnos las ideas, para ayudarnos a simplificar todo y poder empezar a entenderlo desde un punto inicial en el que nuestra mente puede empezar a analizar y a entender para llegar a una aproximación muchísimo más compleja.
Se viene filosofada…
(Y aquí empiezo a filosofar) Como humanos creo que tenemos una necesidad increíble por simplificar todo. Simplificar es bueno, necesario y probablemente sea “una clave del éxito”. La complejidad nos confunde y podría decirse que hasta puede ser nuestro mayor enemigo porque cuando tenemos la cabeza saturada de miles de escenarios y pensamientos, no sabemos ni qué tenemos que hacer ni por donde debemos empezar.
Es clave simplificar pero esto no quita que nos olvidemos que estamos haciéndolo en todo momento y esto tiene su alto porcentaje de error. Es decir, en muchas ocasiones veo que hay mucha gente que en ese arán de simplificar, intenta llegar a conclusiones muy rápidas a todo y no podemos hacerlo. No podemos creer que nuestro análisis por muy perfecto que esté sea la verdad absoluta, que podamos estimar con total precisión lo que va a pasar en nuestro proyecto de aquí a final de año e incluso a un mes, que creamos que una medida económica en concreto va a solucionar un problema, que una “cosa” en concreto es la única causa de otra. Sencillamente, no podemos porque nuestra mente no es capaz de hacerlo. No obstante, nuestro objetivo como antes he comentado debe ser simplificar al máximo que podamos. Y es que de verdad creo que la simplicidad es algo muy complejo.
Me explico. Simplificar un problema, tarea u objetivo al máximo que podamos es esencial. De este modo, podremos estar enfocados y concentrados. Y no solo nosotros, sino todo nuestro equipo puesto que será más fácil de entender para todos, lo que ayudará a mejorar nuestra eficiencia y por tanto, tendremos mejores resultados. Y a todo ello, lo complicado es que en ese punto, no olvidemos que estamos en un ceteris paribus y a través de ese escenario seamos capaces de entender y movernos a escenarios más complejos para volver a estructurarlo en tu cabeza de la forma más sencilla y poder saber en qué tenemos que focalizarnos.
Con todo esto, quería dar una visión de cómo veo yo de qué forma debemos estructurar y utilizar en nuestra cabeza todo lo que leemos, los frameworks disponibles, los análisis sobre cómo una empresa a hecho esto bien y cómo no, los modelos económicos, la teoría y las cientos de herramientas de análisis y pensamiento que hay para empezar una idea de negocio o plantear tu siguiente táctica o estrategia.
Modelos y emprender
Tenemos cientos de recursos, información por todas partes, infinitos análisis sobre todo pero creo que debemos intentar limpiar nuestra mente, olvidarnos de tantas posibilidades y centrarnos en quedarnos con aquello que en ese momento puede servirte. ¿Y porqué digo esto? Pues porque cuando estamos iniciando una idea de negocio o poniendo en papel nuestro modelo, en la realidad todo es mucho más complicado e influyen miles de factores que ni podemos intentar saber ni mucho menos controlar.
Para finalizar e intentar ponerle un sentido más práctico a todo esto que he comentado, quería hablar sobre de qué forma y cuándo deberíamos empezar a escribir nuestro plan de negocio.
Según un estudio por Harvard, aquellos emprendedores que hacen un plan de negocio tienen mayor probabilidad para alcanzar el éxito pero también muestra que escribir un plan antes de empezar es realmente una muy mala idea. Cierto es que empezar con un plan de negocio al inicio parece que tiene todo el sentido porque nos ayuda a plantearnos “¿Qué somos? ¿por qué estamos aquí? ¿hacía dónde nos dirigimos?” Nos ayudan a situarnos y poner relaciones entre quiénes son nuestros consumidores, proveedores, ventas, marketing, etc. (A plantear nuestro modelo de negocio). Pero el punto más necesario y sobre todo adecuado a la realidad es que tenemos que ser muy flexibles y cambiar rápido.
Es decir, está bien que planteemos todo pero ¿de qué forma lo hacemos para que todos estos apuntes los vayamos consultando? Es decir, es absurdo escribir 100-300 páginas de un plan de negocio antes de hacer nada y que luego cuando te pongas manos a la obra, no te acuerdes ni siquiera de qué has escrito. Y no solo esto sino que no podemos basarnos en que solo pensando y escribiendo vas a poder entender ni planear nada sin ponerse manos a la obra. No quiero hacer hincapié tanto en “por dónde empezar” (esto lo dejo para el debate) sino en “qué tomamos como referencia o como debemos ser consciente de usar la teoría para hacerlo”.
La verdad, es que cuando mejor se entiende y aprende la teoría, es cuando la pones en práctica. En mi caso, en esos momentos simplificar y focalizar en preguntarme: ¿Cuál es mi propuesta de valor? ¿Cuál es la lógica económica que explica qué puedo solucionar una necesidad a mis clientes a un costo apropiado? Y a partir de ahí focalizarse en cómo responder a esa pregunta y en esa sencillez empezar a redactar el resto del plan mientras testeas el producto inicial, aprendes sobre cómo ir iterando, hablas con proveedores, potenciales consumidores y planteas cómo lanzar la idea al mercado.
Es decir, intentar simplificar, empezar a poner las cosas en práctica y al mismo tiempo teniendo en cuenta esa sencillez ir desarrollando tu plan y si te es necesario, utilizar algún que otro framework para poner las cosas en claro en cada uno de los pasos a la vez que redactas tu plan. Creo que es mucho mejor esperar, no dedicar mucho tiempo a escribir este plan y, lo que es más importante, sincronizar el plan con la actividad inicial de tu startup. Pero ante todo, tener una cosa clara y es que los modelos y la teoría se acabarán entiendo por completo y de forma más estructurada en tu cabeza conforme vaya pasando el tiempo y te vayas enfrentando a la realidad. Porque la realidad no es un ceteris paribus sino todo lo contrario, infinitos factores cambiando y afectando.
En definitiva, gestionar la sencillez es mucho más complejo que la complejidad. En fin Val, hoy no le des al debate ¡sino al filosofeo!
Debate y preguntas
- ¿Qué opináis vosotros? ¿Habéis experimentado esta sensación cuando habéis leído o estudiado sobre un modelo? ¿O entendéis bien en todo momento el porqué de aquello que os presentaban como modelo?
- ¿Cuándo os habéis dado cuenta de que un modelo tiene sentido? ¿Cómo veis esto? ¿Qué opináis sobre la modelización?
- ¿Cuán tan necesario es un business plan? ¿Qué forma óptima consideráis vosotros para plantear un plan de negocio? ¿300 páginas? ¿Un canvas de una cara? ¿cómo lo hacéis?
- ¿Cómo creéis que se debe formar a las próximas generaciones? A nivel profesional y personal.
Enlaces de interés
- Yuval Noah Harari, un pensador a quien seguirle la pista.
- Seth Godin, todos los modelos son erróneos, algunos son útiles.
Cierre
Gracias por estar ahí, al otro lado del micro. Nos despedimos hasta el miércoles que viene a las 12:12 horas. Aunque nos podéis escuchar cuando os dé la gana, que para eso esto es un podcast.
¡Hasta el miércoles que viene, os deseamos muy buenas y creativas jornadas!
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